En un enclave natural surge la necesidad de adaptar una vivienda existente a las necesidades de los clientes respetando el carácter de las construcciones vernáculas de la zona y el paisaje mediterráneo que la caracteriza.
Su piel sobria y luminosa, junto a una cuidada relación interior-exterior, genera un refugio sereno donde naturaleza y arquitectura conviven en equilibrio.
01_Paisaje
La vivienda se enclava en un entorno natural mediterráneo, donde la vegetación autóctona y el cielo despejado son protagonistas. Desde el inicio, el proyecto busca una integración respetuosa con el lugar, favoreciendo una relación armónica entre arquitectura y naturaleza. La disposición en planta baja y el uso de especies xerófitas permiten que la construcción emerja sin imponerse, como una prolongación del terreno seco y luminoso que la rodea.
02_Objeto
Se concibió un volumen limpio, horizontal y contenido, que transmite serenidad y equilibrio. La casa no pretende ser un hito, sino un refugio discreto en el paisaje. La distribución en forma de L envuelve el espacio exterior y genera una sensación de recogimiento alrededor de la piscina. Cada línea del proyecto se ha pensado para acompañar la vida con naturalidad, sin artificios, como si la arquitectura simplemente hubiera encontrado su sitio.
03_Piel
Esta piel de ladrillo, con un carácter muy natural, con una textura muy especial y permeable a las inclemencias del tiempo, aporta privacidad a determinadas estancias y las dota de una luz pixelizada, además de formar los lucernarios que permiten las entradas de luz. El ladrillo actúa también como una segunda piel que reconforta y que le da a la vivienda una atmósfera más doméstica, más de hogar, frente a la robustez y dureza de la envolvente principal de hormigón. Un recorrido fluido a través de los patios de cada una de las zonas principales de la vivienda, cualifican cada una de las zonas principales.