En este proyecto se aborda la rehabilitación de una vivienda en la falda del Montgó, reinterpretando el lenguaje vernáculo mediterráneo desde una mirada contemporánea y respetuosa. A partir de una construcción de los años 70, la propuesta recupera su esencia para dialogar con el paisaje, la materia y la memoria.
Una casa que no se inventa, sino que se recuerda. Que se levanta desde la tierra con la memoria de lo que ya fue, y con la voluntad de permanecer.
01_Paisaje
El Montgó no es solo un telón de fondo; es una presencia constante que define el carácter del lugar. En esta vivienda, el paisaje no se contempla desde la distancia, sino que se habita desde la proximidad y el arraigo. La casa se sitúa en una ladera que desciende suavemente hacia el mar, lo que permite abrir las estancias principales al horizonte y mantener una relación directa con la topografía. El diseño del jardín, con especies autóctonas y recorridos suaves, subraya esta conexión, actuando como una transición natural entre la montaña y la arquitectura.
02_Objeto
Más que diseñar una nueva vivienda, el proyecto propone una reconstrucción respetuosa de lo existente. Se parte de los volúmenes originales, característicos de la arquitectura residencial de los años 70 en Dénia — muros curvos, cubiertas inclinadas y distribuciones introvertidas— para reinterpretarlos desde una lógica actual. El nuevo objeto arquitectónico no impone una forma distinta, sino que consolida lo que ya estaba, aportando claridad espacial, eficiencia energética y materialidad honesta. El resultado es un volumen sobrio, atemporal, que se despliega en el terreno con humildad y rotundidad a partes iguales.
03_Piel
La envolvente recupera la identidad material de la zona: muros de piedra local, texturados, se combinan con cerramientos de barro cocido y carpinterías de madera natural, generando un equilibrio entre lo artesanal y lo funcional. Una pérgola ligera, de estructura metálica oxidada y cubierta con listones de madera, proyecta sombra sobre las zonas de estar exteriores, diluyendo los límites entre interior y exterior. La piel de la casa respira tradición y pertenencia: materiales térmicamente eficaces, soluciones pasivas de protección solar y una paleta cromática que emana del propio terreno. Cada elemento contribuye a que la vivienda se camufle, se ancle y se integre en su entorno