La intervención en el entorno del Real Club Náutico de Dénia parte de una idea clara: suturar la fractura histórica entre la ciudad y el mar. Donde antes había un límite, ahora se plantea una transición amable, funcional y respetuosa, que dignifica el borde urbano y lo convierte en un espacio de convivencia.
Una intervención que no transforma el puerto, sino que lo revela. Que no impone, sino que mejora lo que ya estaba, haciendo del mar parte de la ciudad, y de la ciudad, parte del mar.
El nuevo paseo marítimo actúa como una costura entre la ciudad y el Mediterráneo, uniendo lo urbano y lo natural a través de un diseño atento a las escalas, los usos y la experiencia del peatón.
Las visuales al mar se amplifican, las circulaciones se ordenan y los materiales dialogan con el entorno portuario. Se incorporan zonas de descanso, vegetación adaptada y recorridos accesibles que invitan a habitar la línea de costa más allá del tránsito.
La actuación no impone un nuevo paisaje, sino que refuerza lo existente y mejora su lectura, devolviendo al ciudadano un lugar históricamente reservado a lo técnico y lo privado.
El conjunto se articula en torno a una serie de elementos singulares que, sin protagonismos, estructuran el nuevo espacio público: pérgolas metálicas de acero corten que dan sombra al área de estacionamiento y paseo, farolas de diseño específico que acompañan el ritmo del trayecto, y un tratamiento de suelo que varía sutilmente en textura y tonalidad según el uso: tránsito peatonal, acceso rodado, áreas de estancia o contacto con el mar.
Además, se erige un edificio exento para la escuela de vela y los almacenes asociados, concebido no como un volumen cerrado, sino como una pieza ligera y permeable, enraizada en el clima y el uso intensivo del espacio exterior.
El resultado es un proyecto coral, donde la suma de piezas mejora la experiencia colectiva sin perder la escala humana
El edificio de vela se reviste con elementos de filtrado ligeros, que permiten el paso de luz natural tamizada y ventilación cruzada, pero garantizan privacidad y protección frente a la exposición directa. Estas pieles actúan como una membrana que respira con el entorno, adecuando la luz, la sombra y la temperatura de forma pasiva.
En los exteriores, la paleta de materiales —pavimentos drenantes, acabados naturales y acero corten— subraya el carácter náutico e industrial del puerto, pero con una lectura renovada, elegante y contemporánea.
Cada superficie ha sido pensada no solo desde el diseño, sino desde el uso: no hay gesto gratuito, todo responde a una necesidad y a una voluntad de permanencia
